Mi ejemplo se refleja en mi hijo
Todos fuimos niños en algún momento, así que no nos resultará difícil recordar los sentimientos que nuestros padres generaban en nosotros: admiración, ternura, protección, o por el contrario, miedo, tristeza, abandono, etc. Alguna vez te has puesto a pensar ¿Qué sentimientos estás generando tú con tus acciones en tu pequeño? ¿Qué condicionamiento estás causando en su desarrollo cognitivo y emocional?
Sabemos que es un tema muy complejo y amplio, así que en las próximas lineas les resumiremos lo que hemos aprendido después de haber curioseado en diversos artículos.
Antes que nada es importante saber cómo autoevaluar nuestro comportamiento y la influencia de esta sobre nuestro hijo.
1.- ¿Solemos alterarnos cuándo nos enojamos, levantamos la voz, gesticulamos más de lo normal, utilizamos un lenguajes soez, etc.? Reconocer y manejar nuestras emociones es clave para saber cómo gestionarlas en el preciso momento en el que estas se presentan.
He aquí una técnica para la gestión de las emociones:
La gestión de las emociones puede ser enseñada y puesta en practica con nuestros niños: existen flashcards de las emociones para ayudarnos a enriquecer el lenguaje y enseñarles a exprimir lo que sienten, así como deberían ser las reacciones adecuadas frente a cada una de ellas; todo ello forma parte de una correcta educación emocional. Existe una peli preciosa sobre este tema, Inside out, ademas de actividades, juegos y canciones sobre la empatía y la comunicación asertiva.
2.- ¿Solemos ser conciliador con nuestro niño pero cuando interactuamos con los extraños somos prepotente o demostramos una seguridad exacerbada aún cuando no es realmente necesario? Nuestro comportamiento con los demás, desconocidos incluso, será para él uno ejemplo de lo más grandes ejemplos de las relaciones interpersonales.
3.- ¿Criticamos en manera poco constructivas las opiniones e ideas que difieren de las nuestras? Ser poco abierto a entender, y sobre todos a respetar puntos de vista distintos demostrará a los niños que el único punto de vista valido será el suyo, lo que podría convertirlo en una persona agresiva hacia quienes no piensen como él. Si por el contrario tratamos de entender las razones o motivos por lo cual alguien piense distinto, aún no compartamos ese razonamiento, hará que el niño aprenda a formar pensamiento crítico, habilidad fundamental para ser tener exitosas relaciones personales en la vida privada y profesional.
4.- ¿Tendemos a ser personas muy cerradas, es decir, siempre en el mismo entorno ambiental y de relaciones? puede que este tipo de actitud genere dos comportamientos opuestos, el primero, miedo a abrirse y a relacionarse con todo lo desconocido, dificultado su desarrollo social; o por el contrario, rechazo hacia todo lo que no forme parte de su entorno o todo lo que no se homologue a lo que él ya reconoce como seguro, viendo todo lo diverso como una amenaza. No es necesario ser extrovertido o un reportero de Discovery Channel, pero sí conocer lugares nuevos, personas ajenas a nuestro círculo habitual, nos abrirá a nuevas perspectivas, a modos diferentes de hacer las cosas, de pensar, de descubrir, de aprender, y con ello aprenderíamos a valorar la diversidad.
5.- ¿No reconocemos nuestros errores frente a nuestro hijo por temor a perder nuestra autoridad? De esa manera le enseñamos que hablar de los errores o equivocaciones es señal de debilidad, así que podría mentir ante cualquier situación con tal de no reconocer sus fallas, mientras el contrario sería un señal de madurez, autoestima y empatía como lo es cuando reconocemos nuestras fallas abiertamente y evaluamos cómo hacer para no repetirlas.
6.- ¿Somos padres muy permisivo, que nos ponemos al par del niño, con dificultad para establecer límites? Este también puede ser un gran problema. Crecer en un ambiente donde todo le es permitido creará un gran conflicto en el niño cuando se encuentre en un ambiente comunitario como la escuela, donde no sabrá reconocer y aceptar las reglas del buen convivir, siendo un niño muy individualista podría transformar en actos de bulling hacia sus coetáneos el rechazo a las reglas que no ha aprendido a respetar.
7.- ¿Recurrimos a los castigo físico o psicológico, incluso inconscientemente, como medio para contener el mal comportamiento del chico? “Unas nalgadas no matan a nadie” “Soy su padre, puedo pegarte para corregirte” “Yo te pego por tu bien”. Está demostrado por diversos estudios, que estas medidas solo son contraproducentes, generan miedo, repudio, más irrespeto o mayor agresividad. Frases como “Estoy harto de ti” “Siempre te equivocas” “Aprende de tu hermano” “Si lloras te pego para que llores con ganas”, están entre las innumerables frases que merman la autoestima de nuestros niños, haciéndolos sentir inadecuados, inseguros, y a tener conductas introvertidas o en su defecto, agresivas para cubrir esa baja autoestima.
Habrás notado que todas nuestras emociones, y sobre todo, las acciones de reacción frente a esas, condicionan irremediablemente el crecimiento emocional de nuestros pequeños; si queremos que ellos sean la mejor parte de nosotros, tenemos que saber mostrarles esa mejor parte todos los días; sobre todo ser muy coherentes, es inútil decirles “no levantes la voz” cuando los primeros en levantarla somos nosotros en la primera discusión con nuestra pareja, con el niño, o con cualquier otra persona.
Escrito por Nairim Zerpa